Recientemente, conversaba con una amiga que me decía: “mis prioridades y las de mi supervisor no son las mismas… él desea unas cosas, pero yo tengo suficiente con las mías…”
Mi reacción inmediata fue: “es que sus prioridades son las tuyas…”
Luego me quedé reflexionando sobre esto porque, por un lado, se nos dice que debemos tener iniciativa, solucionar problemas, adelantar las necesidades y ser autónomos.
Pero, por otro lado, nos dicen que debemos alinearnos a las prioridades y expectativas de la gerencia.
Y es que estos dos enfoques, no son excluyentes. Si queremos lograr buenos resultados y ser reconocidos y premiados por nuestros logros, lo primero es asegurar que ponemos nuestro enfoque en las prioridades y necesidades de nuestros líderes.
Sobre todo, que entendemos la estrategia de la empresa para asegurar que nuestras iniciativas están completamente alineadas a lo que se espera.
De esta manera, no nos desgastamos en proyectos, planes o estrategias por las que no seremos reconocidos, pues no es lo que necesita la empresa de nosotros en ese momento.
Pero ¿cómo lograr esto? Pues fácil, si nuestro supervisor nos expresa cuáles son las prioridades podemos plantear nuestro enfoque o cómo pensamos, qué podemos llegar a hacer, dónde nos están necesitando.
Incluso, si entendemos que su propuesta no es correcta podemos retarlo y planearle lo que pensamos, siempre en privado.
Otra estrategia que funciona es gestionar reuniones periódicas donde planteemos los avances o las dificultades y retos que tenemos para cumplir con ciertas fechas claves.
Esto nos ahorrará un camino largo de desgaste y frustración asegurando nuestra alienación constante con las prioridades de quienes nos dirigen.